Gloria o muerte.

- Me encanta el campo de batalla, pero odio esta clase de misiones... ¿qué tramará el Rey Brujo? -


Malus no sabía muy bien cómo había acabado ahí, en ese páramo desolado del Viejo Mundo conocido como Sylvania. Le habían dicho que comandara a la caballería contra los No Muertos para acabar con un enemigo casi tan poderoso como el mismísimo Rey Brujo, un antiguo conde vampiro que ha vuelto para asolar el mundo conocido, al menos eso decían las predicciones de las adivinas y brujas. Malus no creía en esas cosas, pero siempre era mejor prevenir que lamentarse. El plan es bueno, atacar antes de ser atacados, y si alguna tierra debe sufrir que sea la de esos estúpidos humanos.


Pero la parte del plan donde Malus debía atacar la retaguardia de los No Muertos... es parte le convencía más bien poco, ¿cómo atacar a un enemigo que no sientemiedo ni hmbre ni desesperación? Normalmente sufrir un carga de caballería de gélidos helaría la sangre del más valiente... pero este enemigo no, ellos solo seguirán las órdenes de su señor sin cuestionarse nada, sin temer por sus vidas...


- Perfecto... Simplemente perfecto... - pensaba Malus.
- Vamos, pequeño druchii, ¿acaso temes a la muerte? - le susurró T´zarkan a Malus desde su interior. - Si tanto miedo la tienes siempre puedes huir... o acudir de mi poder. - Malus notó con esta última frase la sonrisa maléfica del demonio.
- Calla, maldito. Acudir a ti es como meterme entre los brazos de un vampiro, incluso peor. Al menos se que él simplemente me quiere matar. -
-¡Oh! ¿acaso crees que yo busco tu muerte? No puedo aunque quisera, ya lo sabes. Aún tenemos algo que hacer, ¿recuerdas? -
- No me lo recuerdes... ese maldito Dios-Niño... - Malus recordó por todo lo que había pasado el año pasado, buscandolos objetos para liberar su arma...Ahora solo le quedaba la Espada de Disformidad, a Rencor, su odio... y a ese maldito demonio en su interior.


Los cuernos resonaron por el campo de batalla avisando del enemigo que avanzaba. Una horda de cuerpos putrefactos y esqueletos inexpresibos comenzaban a avanzar con paso lento pero incansables hacia las posiciones de los druchii. Unas mistoriosas nubes cubrían al ejército del señor de los vampiros completaente y las nubesavanzaban en contra del viento para cubrir el campo de batalla por completo "Brujería", pensó Malus.


Los cuernos volvieron a sonar y todo el ejército comenzó a tomar las posiciones acordadas, los ballesteros preparaban sus armas, y la caballería camianba pr los flancos del ejército seguido de las hidras. Mientras, Malekith miraba la horda de muertos con una cala antinatural. "Busca al conde ese, al general del ejército... a ese conocido como Vlad", pensó Malus.


- ¿Órdenes, señor? - preguntó el caballero siniestro de la unidad a la cual estaba Malus al mando.
- ¿Las órdenes? Las órdenes son simple: atacar, matar a todos los que podáis, sobrevivir hasta que los hechiceros enemigos hayan caido y regresar al hogar. -
- Sí, señor. -
- Bien, que comience el baile. Y más os vale no morir, no me gustaría tener que mataros yo después. - dijo con una sonrisa lobuna. - ¡Adelante! ¡Demostremos a esos bastardos muertos lo que es el poder druchii! . -


Y ambos ejército fueron en busca de su gloria... o de su muerte.